sábado, 1 de enero de 2011

HOWLIN / Capítulo 3: Escape.




I

     Todavía apuntándole con la 22, el Negro preguntó:
  -¿Qué hacías metido en el armario?
  -No sé- contestó sinceramente Mau.Y en verdad no lo sabía. Lo último que recordaba era quedar envuelto en luz y la voz en su cabeza que le decía algo sobre un mundo que se había movido. ¿Y qué más había dicho? Ah, sí: un mundo de pistoleros. Claro que Mau se había imaginado algo así como el lejano Oeste, no a un muchacho apuntándole con un arma. Le asustaba la forma en que el arma temblaba en la mano del hombre. Observó, además, que tenía los ojos muy dilatados. Parecía estar bajo los efectos de algún narcótico. Mau conocía de narcóticos. Los sabios de su pueblo solían utilizar algunas plantas para entrar en trance y poder ver el futuro o hablar con los Dioses. Un buen curro para drogarse sin prejuicios, solía pensar siempre Mau.
  -Dale, salí de ahí- ordeno el Negro moviendo la 22.
  Salió del armario muy despacio.
  -No hagás boludeces porque te quemo- lo amenazó el Negro.
  Mau no conocía el significado de “boludeces”, pero cazó el concepto al toque.
  -¿Y, hermano?- gritó desde arriba Rolo- ¿Encontraste algo o no?
  -¡Algo encontré!- respondió también a los gritos el Negro.
  -¿Y qué esperas? ¡Subí, pelotudo!


II

  Y el Negro subió.
  No se puede describir la cara que puso el Rolo al ver a Mau.
  -¿Y este quien es?- le preguntó al Negro.
  -¡Y qué sé yo! Estaba dentro de un armario.
  -¿Y plata no había?
  -Abajo sólo hay cajas y cajas.
  Rolo se acercó al pibe y le puso la 9 en la cabeza.
  -Decime donde está la guita, pendejo.
  -No hay.
  -¿Cómo que no hay?
  -Sí, no hay. La plata se la lleva el encargado para depositarla en el cajero.
  -Vayámonos a la mierda, Rolo- dijo el Negro-. Vayámonos ahora que todavía podemos.
  Rolo se acercó y le dijo en voz baja:
  -¿Y estos tres? No podemos dejar testigos, me reconocerían.
  -Ellos no van a hablar, Rolo. Miralos: están cagados en las patas.
  -Vos hacete cargo del pibe y del raro ese. Llevalos abajo y boletealos. Yo me encargo de la pendeja.

III

  Mau había escuchado todo. El oído de los Howlin es muy agudo.
  Para que carajo tuve que abrir esa puerta, pensó.  
  Observó como el hombre llamado Rolo se acercaba a la chica y la tomaba de los pelos. Ella comenzó a gritar y el hombre la golpeó en la cara con el arma. La chica cayó al piso y ahí quedó.
  -Y dale, boludo- lo apuró el Rolo al Negro, a la vez que se agachaba al lado de la chica y la comenzaba a arrastrar del brazo por detrás de los mostradores-. ¿Qué esperás?
  Y ahí fue cuando el Negro se acercó al Rolo y le partió la cabeza de un culatazo.

IV

  -¡La puta que los parió!- grito el Negro. A sus pies yacía el Rolo. De la cabeza le corría un reguero de sangre que comenzaba a hacer un charco en el piso.
  Mau se quiso acercar a la chica  y el Negro le apuntó con el arma.
  -¿Adónde vas?
  -A ayudarla- contestó Mau señalando a la chica.
  Se arrodilló junto a ella y le palmeó la mejilla. La chica gimió muy quedamente.
  -Ella está bien- dijo Mau-. Creo que de tu amigo no se puede decir lo mismo. Está perdiendo mucha sangre.
  Se puso al lado de Rolo y le miró la cabeza. Un tajo de unos diez centímetros le recorría el cuero cabelludo del que manaba abundante sangre.
  -Hay que cortarle la hemorragia- dijo Mau.
  -¿Dónde está el botiquín?- le preguntó el Negro al muchacho, que se había acercado a la chica y trataba de hacerla reaccionar.
  El muchacho le señaló un cajón debajo de la máquina registradora. Dentro del cajón había gasas, alcohol, agua oxigenada, una cajita de curitas y tela adhesiva. En el último segundo agarró un adhesivo de contacto todo apretujado.
  El Negro se acercó con las cosas en la mano y desenroscó la tapa del agua oxigenada. Le echó un chorro en la cabeza al Rolo. El agua oxigenada burbujeó con furia en la herida. Lo limpió con una gasa y le acercó la punta del adhesivo de contacto. Apretó el pomito y se lo pasó a lo largo del tajo. La hemorragia no cesó del todo, pero menguó bastante.

V

  La chica había despertado. Ella y el muchacho estaban en una punta del mostrador, alejados del Negro y Mau. El Negro jugueteaba nerviosamente con el arma, poniéndole y sacándole el seguro continuamente.
  -¿Podes dejar de hacer eso?- le dijo Mau- Se te va a escapar un tiro.
  -¿Y ahora qué hago?- dijo el Negro. Venía repitiendo esa letanía desde hace rato. No para nadie en particular, sino para sí mismo.
  -Lo primero que tenes que hacer es dejarlos ir- dijo Mau mirando a los jóvenes.
  -¿Y yo? ¿Qué hago yo? Rolo me va a mandar al frente con los otros guachos y me voy a convertir en un paria. Me voy a tener que rajar del barrio. ¿Y adónde voy a ir? Este hijo de puta me va a tirar a la cana encima. No se va a comer el garrón solo, se va a vengar.- dijo señalando con el arma al Rolo.
  -Dejalos ir- volvió a repetirle Mau-. Vení conmigo, yo te puedo ayudar.
  El Negro lo miró.
  -¿Qué sos vos, eh? ¿Un extraterrestre?
  -Soy un Howlin y vengo de muy lejos.
  Desde el piso, Rolo gimió.
  -No creo que este muy contento cuando despierte- dijo Mau-. Creo que es hora de tomar decisiones. ¿Qué vas a hacer?
  De pronto el Negro se acercó a paso vivo donde estaban los jóvenes y los encaró.
  -Tómensela.
  -¿Qué?- dijo la chica totalmente perdida.
  -Que se las tomen.
  Como vio que ninguno de los reaccionaba, grito:
  -¡Ahora, la puta que los parió!
  Los dos se sobresaltaron y corrieron a la puerta doble de vidrio. El muchacho rebuscó en su llavero y metió una de las llaves en la cerradura. Estaba por abrir la puerta cuando el Negro volvió a hablar:
  -Y la próxima vez, flaco, si queres garchar, andá a un telo.

VI

  -¿Y ahora?- preguntó el Negro cuando volvió al lado de Mau.
  -Vamos abajo- dijo Mau.
  Fueron al armario y Mau encontró en el piso su bolsa. La sacó y cerró la puerta. Esperó unos segundos y volvió a abrirla.
  Era solamente un armario.
  Volvió a cerrarla. Esta vez esperó un poco más y la abrió.
  Nuevamente un armario.
  -¿Esta era la ayuda que me ibas a dar?- refunfuñó el Negro-. ¿Abrir y cerrar la puerta de un puto armario?
  Mau no lo escuchaba. Miraba la puerta con detenimiento. Sus ojos se fijaron en la pequeña cerradura.
  -Necesito una llave- dijo.
  Recordaba la extraña llave que había aparecido en su mano cerrada. La buscó en los bolsillos de su chaqueta, pero no la encontró.
  El armario no tenía llave. Tampoco la necesitaba. Lo que se guardaba en él no eran cosas importantes, solamente insumos para el local: papeles, talonarios, bolsas con clip, cintas para regalo y esa clase de cosas.
  Se fijó en la otra puerta, la del baño. Se acercó. Del lado interior colgaba una llave. La quitó, cerró la puerta, introdujo la llave y la giró.
  -¿Primero el ropero y ahora el baño?- inquirió el Negro.

VII

  En el piso de arriba, Rolo abrió los ojos.

VIII

  Al instante de girar la llave, Mau sintió un cosquilleo subirle por el brazo, una especie de corriente eléctrica que le erizó todo el vello. Una tenue luz que comenzaba a tomar fuerza fluyó por debajo de la puerta y los bordes. El Negro dio dos pasos hacia atrás.
  -¿Qué carajo es esto?

IX

  Rolo encontró la 9 debajo del mostrador. La tomó y fue hacia las escaleras. Había escuchado la voz del Negro. Parecía sorprendida. Más se iba a sorprender cuando le metiera una bala en el medio de la frente a ese hijo de puta.

X

  Mau volvió a girar la llave y abrió la puerta. Él y el Negro quedaron bañados en luz.

XI

  Rolo estaba a mitad de escalera y vio al tipo raro abrir una puerta. Una luz como nunca había visto salió de ella.
  ¡La puta!, pensó. ¿De cuantos watt es ese foco?   

XII

  -Vamos- dijo Mau dándose vuelta hacia el Negro.
  El Negro negó con la cabeza.
  -No, ni en pedo.
  Dio otro paso hacía atrás.
  Y en ese momento, Rolo disparó.

XIII

  La bala pasó rozándole el cabello al Negro. Pudo sentir como el pelo se le alborotaba. Giró la cabeza y pudo ver al Rolo con una mano a la altura de los ojos, cubriéndose del resplandor que salía del baño, y en la otra sosteniendo la 9.
  -¡Negro!- gritó el Rolo y volvió a disparar.
  El Negro directamente se zambulló dentro de la luz con Mau. Al instante siguiente la puerta se cerraba detrás de ellos.

XIV

  Rolo bajó de un salto los últimos escalones y corrió a la puerta. Le vació el cargador de la 9, llenándola de agujeros. Luego se acercó despacio a la vez que ponía un nuevo cargador en el arma. Abrió la puerta y se encontró con un baño destrozado por las balas.
  Del Negro y el tipo raro no había ni rastros.
  Sin saber muy bien que hacer, fue hasta el inodoro y levantó la tapa, aunque sabía que era inútil buscar allí.




8 comentarios:

Cristian Barbaro dijo...

Excelente, Granatto, me gusta el modo del lenguaje (no sé que otra palabra usar, no me acuerdo, "lunfardo" tal vez), no me acostumbro pero es excelente... Me gusta los giros ("jiros") señor... Debería aclarar que es la continuación ya que los títulos son diferentes...

Adrián Granatto dijo...

Cristian: Es un lenguaje arrabalero, de barrios bajos.
Disculpe la pregunta, pero ¿de dónde es usted?
Sobre los títulos, son diferentes porque los autores son diferentes.

@gloriallopiz dijo...

Yo diría que es costumbrista (Granatto lo hace muy bien al estilo). Me gusta mucho como transmitís el vértigo de la situación, es un guión de un Thriller, sin lugar a dudas. Brillante.

Unknown dijo...

Yo diría que esta parte y la mía tienen bastante de thriller, pero la base del cuento (o lo que sea en que esto se vaya a convertir) tiene una base muy fuerte y bastante explícita en la saga de La Torre Oscura de Stephen King. A mi siempre lo que más me gustó de esta saga es la manera en que King mezcla magistralmente fantasía y acción moderna, dos de los estilos que más me gustan. Vamos a ver como sigue en la próxima.

Calavera dijo...

Excelente capítulo!!! :D

Me gustó mucho y me recordó bastante la Torre Oscura II. Ya quiero saber cómo sigue!! :)

Eso sí, ahora no me quedó tan claro quién escribió cada capítulo! :P

Unknown dijo...

La escena del tiroteo en pelotas de La Torre Oscura II merece su lugar en el Hall Of Fame de la literatura del siglo XX.

Adrián Granatto dijo...

¡Es facil, George! Abajo dice quien es el autor del post.

Adrián Granatto dijo...

Howlin: Si vamos a tirotear, vamos a tirotear como corresponde, che.