miércoles, 27 de julio de 2011

Modelo para armar.




Insomnio. Querido amigo. Compañero de tantas travesuras e infidelidades. Gentil amante, generoso contrincante, pusilánime. Perpetuo rostro de la noche. Viento. Lluvia. Tormenta en algunas otras partes.
Yo también nací en el 62. Qué año importante. Ese año Cortázar corregiría los últimos apuntes de Rayuela, para su posterior edición. Ciclos. Cícladas. Idolos.
Pienso en los reciclados valores de la vida. Continuada sin pausa. Ensayo y error. Puntadas de bordados dorados. Lágrimas y rosas decorando manteles, servilletas y pañuelos.
Los modelos que cada uno recibió a veces pueden ser nefastos. Otra vez recuerdo a mi abuela, sumisa, caminando un metro detrás de mi abuelo, como las chinas. Ahora descubro que en su afán de acompañarlo se convirtió en su sombra. Por eso no pudo o no quiso sobrevivirlo.
Recuerdo los años vividos junto a mis dos modelitos de amor matrimonial. Mis abuelitos. El viejo pintón, arrogante. La vieja resignada, tolerante. En algún momento de mi vida he decidido que no quería para mi un matrimonio infeliz. Quizás no había tenido un modelo de pareja realizada en la admiración, la tolerancia, el respeto mutuo.
La vieja toleraba, el viejo hacía lo que podía. Modelos. Pobres modelos.
Me parece que es tiempo de crear otros tiempos.
No me quiero resignar. Ni tolerar viejos modelos.
autor: Marcela Segal

No hay comentarios: